29 enero 2021
Autor: DAE Formación
Duración aproximada de lectura: 4 min

Pulso en la persona anciana

Es el latido que se produce como consecuencia de la circulación de la sangre bombeada por el corazón. Existen tantas pulsaciones como latidos cardiacos.
A la hora de observar el pulso es muy importante tener en cuenta:

  • Frecuencia: número de pulsaciones por minuto. Las cifras normales oscilan entre 60 y 80 pulsaciones. Sin embargo, existen una serie de factores que pueden influir en la misma tales como la edad, la práctica de ejercicio, las emociones o la temperatura.
  • Ritmo: tiempo que transcurre entre un latido y otro. Cuando estos intervalos son iguales, se habla de pulso regular o rítmico; cuando no lo son, se dice que es irregular o arrítmico.
  • Intensidad: fuerza con la que la sangre es bombeada en cada latido.

Asimismo, con respecto a lo que líneas arriba se ha señalado, pueden observarse variaciones y así hablar de:

  • Taquicardia: cuando la frecuencia cardiaca es superior a 80 pulsaciones por minuto.
  • Bradicardia: cuando la frecuencia cardiaca es inferior a 60 pulsaciones por minuto.
  • Arritmia: si existe una alteración o irregularidad en el intervalo entre uno y otro latido.

Por otra parte, el procedimiento para la toma de pulso consiste en:

  • Lavado de manos.
  • Explicar al paciente la técnica.
  • El paciente debe estar colocado en posición sentada o reposo y relajado.
  • Localizar la zona donde se va a tomar el pulso (Ver Imagen 1). Normalmente radial.
    • Otras zonas son: radial, temporal, carotídeo, humeral, poplíteo, pedio, femoral y central o apical.
  • Colocar los dedos índice, medio y anular, y comprimir la arteria ligeramente. La palpitación que se siente es el pulso.
  • Comenzar a contar las pulsaciones durante 30 segundos y multiplicarlo por dos. Si el pulso es irregular o arrítmico, se tomará durante un minuto completo.
    • Es importante no comenzar el recuento inmediatamente, sino esperar unos segundos para dar tiempo a que el paciente se relaje.
  • Registrar el resultado obtenido en la gráfica.

Puntos del cuerpo para la medición del pulso

Imagen 1. Puntos del cuerpo para la medición del pulso

Tensión arterial en la persona anciana

Se define como la presión o fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. Hay dos tipos de parámetros:

  • Sistólica o máxima: presión existente en las arterias durante la sístole o contracción ventricular. Su valor normal en un adulto es de 120 a 140 milímetros de mercurio (mmHg).
  • Diastólica o mínima: presión existente en las arterias durante la diástole o relajación ventricular. Su valor normal en un adulto es de 70 a 90 milímetros de mercurio (mmHg).

La diferencia entre ambas es lo que se conoce como presión media.
Los factores encargados del control de la tensión arterial son:

  • Gasto cardiaco: cantidad de sangre expulsada en un minuto por los ventrículos.
  • Volumen de sangre: denominado también volemia. Su aumento o disminución afecta a los valores de tensión arterial.
  • Elasticidad de las paredes arteriales: permite su dilatación en la sístole y contracción en la diástole.

Determinados factores como la edad, el ejercicio o el estrés pueden afectar a los niveles de tensión arterial. Así, por ejemplo, las paredes arteriales pierden elasticidad y se vuelven más rígidas por la arterioesclerosis, lo cual origina un aumento de la presión arterial. Además, factores hereditarios, nutricionales (como un abuso de las grasas y un exceso de sal y calorías) o el consumo de tabaco y alcohol influyen potentemente en el desarrollo de hipertensión arterial.
Por tanto, las alteraciones de la tensión arterial son:

  • Hipertensión sistólica: cuando la cifra máxima es superior a 140 mmHg.
  • Hipertensión diastólica: cuando el valor mínimo supera los 90 mmHg.
  • Hipotensión sistólica: si la cifra máxima es inferior a 80 mmHg.
  • Hipotensión diastólica: cuando el valor mínimo desciende por debajo de los 40 mmHg.

Por otra parte, existen dos métodos para medir la tensión arterial: el método directo y el método indirecto.

  • El método directo es una técnica invasiva que consiste en introducir un catéter en el interior de una arteria. Así, los valores de tensión arterial serán monitorizados.
  • El método indirecto es el más utilizado por ser una técnica no invasiva. Para su medición se precisa tan solo de un esfigmomanómetro y de un fonendoscopio o estetoscopio. El procedimiento a seguir es el siguiente:
    • Lavado de manos.
    • Explicar al paciente en qué consiste la técnica que se le va a realizar.
    • El paciente deberá estar colocado en una postura cómoda, con el brazo apoyado y a la altura del corazón.
    • Una vez retirada la ropa del brazo (evitando que las prendas le opriman), se colocará el manguito del esfigmomanómetro alrededor del brazo, por encima del pliegue cubital. Los tubos de goma deben estar en el extremo distal de la arteria siguiendo la dirección de esta.
    • Colocar la membrana del fonendoscopio sobre la arteria humeral después de haber palpado esta última con la punta de los dedos.
    • Cerrar la válvula de la pera girando en el sentido de las agujas del reloj.
    • Insuflar aire en el manguito elevando la presión en su interior hasta valores de 20 a 30 mmHg superiores al valor sistólico o hasta que no se escuche ruido por la detección del flujo sanguíneo en la arteria.
    • Reducir lentamente la presión abriendo la válvula de la pera. El primer ruido de tipo agudo y claro equivale a la presión sistólica.
    • Seguir disminuyendo la presión y escuchar los ruidos hasta que desaparezcan totalmente o cambien de tono. Ese momento coincide con la presión diastólica.
    • Deshinchar el manguito por completo y retirarlo del brazo de la persona.
    • Registrar el valor hallado en la gráfica de constantes.

La hipotensión ortostática en la persona anciana

Es la tensión arterial sistólica que desciende de 20 mmHg, cuando la persona se incorpora de la posición de decúbito a la erguida. Esto sucede porque se acumula la sangre en las extremidades inferiores con el aumento de la presión hidrostática en ellas. En las personas mayores, al debilitarse la función del sistema nervioso vegetativo y los mecanismos de autorregulación, hace que se haga complicado los ajustes de la tensión arterial. Algunos fármacos también pueden contribuir a ello como son los vasodilatadores, los diuréticos, la digoxina, psicofármacos, así como también el alcohol.

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