La acumulación de tejido adiposo y la obesidad son el resultado de un excesivo aporte calórico por parte de los alimentos y bebidas (proteínas, lípidos, hidratos de carbono y alcohol) de forma crónica respecto al gasto energético (metabolismo basal, efecto termogénico y actividad física). Los hábitos alimentarios y de actividad, factores sociológicos, alteraciones metabólicas y trastornos neuroendocrinos, junto a componentes hereditarios, son considerados factores causales del exceso de peso.
En condiciones normales, y con abundancia de alimentos, el organismo posee mecanismos complejos encargados de mantener un balance energético apropiado. La energía se almacena en forma de tejido adiposo (depósitos grasos) porque es el que puede acumular más cantidad de energía química (1 g de tejido graso almacena 9 kcal). Es importante disponer de depósitos grasos adecuados (pero no excesivos), que van a permitir el mantenimiento de las distintas funciones vitales: supervivencia, crecimiento, relación, reproducción, etc. La distribución de la grasa corporal varía con la edad y con el sexo. En un hombre normal de 18 años el 12% de su peso es grasa, mientras que en una mujer de 18 años supone el 25%.
La obesidad es una enfermedad que se caracteriza por el exceso de grasa corporal, aunque a nivel popular se entiende como un aumento del peso corporal. Se podría establecer que la obesidad es el incremento de peso debido al aumento de la grasa corporal. En función de esta grasa, hay que definir como sujetos obesos a aquellos que presentan porcentajes de grasa corporal por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas.
Con el fin de realizar un diagnóstico preciso es importante determinar no solo el peso corporal, sino la cantidad de tejido graso (masa grasa) que poseen los hombres y las mujeres.
Hay varios métodos para determinar el diagnóstico:
Permite establecer con bastante precisión la cantidad de tejido graso y su proporción en el cuerpo humano:
Están basados en la realización de mediciones corporales:
Peso en kg/Talla en m2
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y las sociedades científicas consideran que existe obesidad cuando el IMC es ≥ 30 kg/m2 y obesidad mórbida cuando el IMC es ≥ 40 kg/m2. La clasificación actual de la obesidad, según la SEEDO, especificando dos categorías para la obesidad mórbida: 40-49,9 kg/m2 (“obesidad mórbida”) y ≥ 50 kg/m2 (“superobesidad mórbida”), ya que desde el punto de vista quirúrgico tiene implicaciones a la hora de seleccionar la técnica más apropiada. La Sociedad Americana de Cirugía Bariátrica (ASBS) y la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO) incluyen una tercera categoría, la correspondiente a IMC ≥ 60 kg/m2.
El IMC es el índice utilizado por la mayoría de los estudios epidemiológicos y el recomendado por diversas sociedades científicas, pero no es un indicador excelente de adiposidad en individuos musculados como deportistas y en ancianos. Es empleado para su uso en la clínica por la facilidad de cálculo y capacidad de reflejar la adiposidad de la mayoría de la población. Es importante ajustar la pérdida de peso a los rangos establecidos.
También se pueden utilizar tablas de referencia de pesos ideales y se considera obesidad cuando el peso excede de un 20% con respecto al peso ideal (teniendo en cuenta talla, edad y sexo).
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En relación con la reanimación cardiopulmonar básica en adultos y desfibrilación automática externa, podemos indicar que las causas más importantes de las muertes que se producen como consecuencia de accidentes, ataques cardiacos y otras urgencias médicas son
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